
¿Recuerdas a tu primer cliente?
Es imposible que lo hayas olvidado sea cual sea el servicio que ofreces o el producto que vendes.
Ahora quiero que pienses:
¿Cómo trataste a ese primer cliente?
No sé exactamente cómo lo harías pero estoy seguro de que hiciste todo lo que estaba en tu mano para que tu atención fuera excelente. Quizá no fue el cliente que más te compró o el que más años utilizó tu servicio pero estoy seguro que le trataste lo mejor que en ese momento sabías.
Ahora piensa, ¿Cómo has tratado al cliente que acaba de salir por la puerta? ¿O al último que ha utilizado tu servicio?. ¿Te has empleado tanto como hiciste con el primer cliente que cruzó tu puerta?
Deja que responda…No lo has hecho.
Posiblemente ahora tengas más clientes, quizá ya no necesites que entren cada día por tu puerta, o quizá si, pero ¿por qué no les tratas como si fueran el primero?
Piénsalo, antes te ilusionabas cada vez que hacías una venta, cada vez que escuchabas la puerta de tu tienda, cada vez que te llegaba un mail con «nuevo pedido» como asunto, cada vez que firmabas ese acuerdo…
¿Por qué ya no ilusionas?
¿Por qué ya no ilusionas a tu cliente?
Haz que cada experiencia sea la primera, que cada venta, que cada implantación de tu servicio tenga esa ilusión recíproca para tu cliente y para ti. Haz que esa experiencia sea tan buena que no tenga que buscar otro sitio donde buscar tu producto y vuelva a llamar a tu puerta.
Ilusiónate e ilusiona a tu cliente.
El primero no fue el último, no dejes que el que acaba de marcharse lo sea.
Pd: si eres un cliente, solo vuelve a aquellos sitios donde sientas la experiencia, porque al final todo esto va de sensaciones.